CON TANTAS DIFERENTES RELIGIONES ¿DIOS EXISTE?"

10.09.2013 07:30

 

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No hay duda de que el número de diferentes religiones en el mundo, presenta un desafío para saber cuál es la correcta. Primero, consideremos algunas opiniones sobre todo el tema y luego veamos cómo podemos abordar el tópico de manera en que realmente podamos llegar a una verdad y a la correcta conclusión acerca de Dios. El reto de diferentes respuestas para un tema en particular no es exclusivo del campo de la religión. Por ejemplo, tú puedes sentar a 100 estudiantes de matemáticas, darles a resolver un complejo problema y es casi seguro que muchos obtendrán la respuesta equivocada. Pero ¿significa esto que no exista la respuesta correcta? Para nada. Aquellos que obtienen una respuesta equivocada, simplemente necesitan que se les muestre su error y se les enseñen las técnicas necesarias para llegar al resultado final correcto.



El mundo también tiene gran variedad de sistemas políticos, bajo los que mucha gente vive, creyendo que su forma de gobierno es la correcta o la mejor manera de llevar a cabo el orden social. Sin embargo, aunque muchos de ellos hayan crecido bajo ciertos regímenes políticos y hayan sido fuertemente adoctrinados en las creencias de dichos sistemas, aún tienen la capacidad para reconocer las fallas de ciertas formas de gobierno. (p.ej. el fascismo) y ver que otros sistemas son ‘mejores’ (p. ej. la democracia). Ellos lo hacen al examinar los hechos y considerar las diferencias importantes. La capacidad para discernir se vuelve muy importante en el área de la religión y en todas las facetas de la vida, que es por lo que Tomás de Aquino, un hábil teólogo que vivió en los años 1200 d.C., remarcó una vez, “La tarea del filósofo es hacer distinciones.”



Hay muchas otras áreas de la vida en las que encontramos diferentes respuestas al planteamiento de un dilema en particular. Pero esto, por supuesto, nos conduce a la pregunta: “¿Cómo llegamos a la verdad acerca de Dios?” Llegamos a las deducciones apropiadas acerca de Dios, de la misma manera que lo hacemos acerca de cualquier otra cosa – usamos la metodología sistemática que está designada para separar la verdad del error mediante la aplicación de varias pruebas para encontrar la verdad, obteniendo como resultado final, un conjunto de conclusiones correctas. Tal enfoque sólo tiene sentido si se aplica de la manera en que es usado diariamente en otras disciplinas. ¿Puedes imaginarte los resultados finales a los que llegaría un científico, si entrara al laboratorio y comenzara a mezclar diferentes cosas a tontas y a locas sin razón alguna? ¿O si un médico comenzara a tratar a un paciente sólo con medicinas hechizas, en la esperanza de que le surtieran buen efecto? Ni el científico ni el médico optarían por tales métodos; en lugar de ello, utilizan métodos sistemáticos que son metódicos, lógicos, probatorios, y comprobables para producir el resultado final correcto.



Siendo éste el caso, ¿por qué pensar que la teología — el estudio de Dios – deba ser diferente? ¿Por qué creer que puede ser enfocado de una manera fortuita e indisciplinada y aún así llegar a conclusiones correctas? Pero, desafortunadamente, esta es la ruta que muchos toman y esta es una de las razones por las que existen tantas religiones. Dicho lo cual, regresemos ahora a la pregunta de cómo llegar a conclusiones verdaderas acerca de Dios. ¿Cuál método sistemático deberemos usar? Primero, necesitamos establecer un sistema para poner a prueba varias afirmaciones de la verdad, y luego necesitamos seguir una ruta crítica para llegar a una conclusión correcta. Un buen sistema para usar es el siguiente:



1. Consistencia lógica – esto prueba si un sistema de creencia que ha asegurado ser lógicamente coherente entre sí, y que no se contradice de ninguna manera, realmente lo es o no. Por ejemplo, la meta final del budismo es desprenderse uno mismo de todos los deseos. Sin embargo, uno debe tener el deseo de desprenderse de todos los deseos, lo cual es un principio contradictorio e ilógico.



2. Suficiencia empírica – esto simplemente plantea la pregunta: ¿existe evidencia que respalde el determinado sistema de creencia? (ya sea que la evidencia sea racional, etc.) Naturalmente, sólo es correcto querer comprobarlo cuando se trata de afirmaciones importantes, siendo realizado para que tales aserciones puedan ser verificadas. Un ejemplo de esto lo encontramos en el Mormonismo. Los mormones enseñan que Jesús vivió en Norte América y que las grandes ciudades existieron antes que la nación fuera colonizada. Sin embargo, no existe prueba arqueológica alguna o evidencia que apoye tal aseveración.



3. Relevancia existencial – esto establece si el sistema de creencia concuerda con la realidad como la conocemos, y si hace una significativa diferencia en la vida de aquel que se adhiere a él. Por ejemplo el Deísmo, asegura que Dios solo echó a girar al mundo dentro del universo y no interactúa o cuida para nada de aquellos que viven en él. ¿De qué manera impacta tal creencia a alguien en la vida cotidiana? Concretamente, no lo hace. [Nótese la manera en que el ‘cuidar’ debe ser tomado aquí – sólo porque algo no le importe a un individuo, no significa que sea falso.]



Cuando es aplicado al tópico de la religión, los resultados producidos por el sistema antes mencionado, ayudarán a llevarnos a una correcta perspectiva de Dios y responderá a los cuatro grandes cuestionamientos de la vida:,

1. Origen – ¿de dónde vinimos?


2. Ética – ¿cómo debemos vivir?


3. Significado – ¿cuál es el propósito de la vida?


4. Destino – ¿hacia dónde se dirige la humanidad?



Pero, ¿de qué manera práctica aplica uno este sistema en la búsqueda de Dios? Hay una variedad de formas para hacerlo, pero una de las mejores tácticas a emplear, es el método paso a paso de pregunta/respuesta. Reduciendo la lista de posibles preguntas en la búsqueda de la pregunta clave, uno encuentra las siguientes:

1. ¿Existe la verdad absoluta?


2. ¿Se mezclan la razón y la religión?


3. ¿Existe Dios?


4. ¿Puede Dios ser conocido?


5. ¿Jesús es Dios?


6. ¿Le importo a Dios?



En un artículo tan corto como este, es imposible profundizar lo suficiente en cualquiera de los puntos anteriores, pero puede hacerse un análisis superficial para mostrar cómo cada pregunta paso a paso invalida los sistemas de creencia y opiniones mundiales para que la verdad acerca de Dios pueda ser comprendida.

Primero, necesitamos saber si existe la verdad absoluta. Si no existe, entonces realmente no podemos estar seguros de nada (ya sea algo espiritual o no) y terminamos ya sea como agnósticos, desconociendo si tú puedes conocer realmente algo, o como pluralistas, aceptando cada postura porque verdaderamente no estamos seguros de cuál, si es que la hay, sea la correcta.



La verdad absoluta suele definirse como la conformidad existente entre lo que se expresa y la situación real de algo o el concepto real que se tiene acerca de un tema. Algunos dicen que no hay tal cosa como la verdad absoluta, pero el tomar esa postura resulta contraproducente. Por ejemplo, el relativista dice: “Toda verdad es relativa,” entonces nadie debe preguntar: ¿es esta declaración absolutamente verdadera? Si lo es, entonces la verdad absoluta existe; si no, ¿por qué considerarla entonces? El postmodernismo afirma que no hay verdad, sin embargo afirma al menos una verdad absoluta: el postmodernismo es la verdad. Podemos ver como todos ellos traicionan su propia postura. Al final, la verdad absoluta se vuelve innegable.



Más aún – y es importante entender esto – la verdad absoluta es rígida por naturaleza y excluye a sus opuestos. Dos más dos es igual a cuatro y solo cuatro, sin ninguna otra posible respuesta. Este punto se vuelve crítico al comparar los diferentes sistemas de creencias y opiniones mundiales. Si un sistema de creencias tiene componentes que están comprobados como verdaderos, entonces cualquier sistema de creencia que compita con afirmaciones contrarias debe ser falso. También debemos tener en mente que la verdad absoluta no es impactada por la sinceridad y el deseo.

 

Sin importar cuán sinceramente alguien adopte una mentira, aún así sigue siendo una mentira. Y ningún deseo en el mundo puede hacer algo verdadero de algo falso. Alguien puede revelar en la adoración de una deidad que ellos pueden llamar ‘la diosa del pétalo de rosa’ y creer sinceramente que tal ser existe, pero cuando la existencia de esa deidad es investigada y probada como falsa, sería tonto continuar adorando tal cosa. Tan duro como pueda sonar, una de las definiciones de ‘loco’ es perder el contacto con la realidad. Y la realidad es que la ‘diosa del pétalo de rosa’ no existe.



La conclusión a alcanzar de la pregunta uno es que la verdad absoluta sí existe. Siendo este el caso, resulta que el agnosticismo (la forma que dice que tú no sabes la verdad), el postmodernismo, el relativismo, y el escepticismo todas ellas sostienen falsas posturas.



Esto nos lleva a la siguiente pregunta de si la razón/lógica puede ser usada en asuntos de religión. Algunos dicen que esto es imposible, pero la pregunta es – ¿por qué no? La verdad es que, la lógica es vital cuando examinamos las declaraciones espirituales porque te ayuda a entender por qué algunas afirmaciones deben ser excluidas y otras aceptadas. La lógica es absolutamente crítica para desmantelar el pluralismo (el cual dice que toda verdad declarada, aún aquellas que se oponen entre sí, son iguales y válidas).



Por ejemplo, el Islam y el Judaísmo aseguran que Jesús no es Dios, mientras que el Cristianismo asegura que Él sí lo es. Una de las leyes centrales de la lógica es la ley de la no contradicción, la cual dice que algo no puede ser ambas cosas “A” y “No A” al mismo tiempo y en el mismo sentido. Así que aplicando esta ley a las declaraciones del Judaísmo, el Islam y el Cristianismo significa que una está bien y las otras dos están equivocadas. Jesús no puede ser al mismo tiempo Dios y no Dios. Utilizada apropiadamente, la lógica es una potente arma en contra del pluralismo, porque demuestra claramente que las verdades contrarias no pueden ser ambas verdad. Este entendimiento derriba toda la mentalidad de “es la verdad para ti pero no para mí.” Por ejemplo, Jesús no puede ser Dios para una persona y no Dios para otra – O Él es Dios o no lo es, punto.



La lógica también disipa toda la analogía del “todos los caminos llevan a la cima de la montaña” usada por los pluralistas. La lógica muestra que cada sistema de creencia tiene su propio conjunto de señales que apuntan a sitios radicalmente diferentes. En vez de la analogía de la “montaña,” la lógica muestra que la ilustración apropiada sobre la búsqueda de la verdad espiritual se parece más a un laberinto – un camino encuentra su ruta hasta la verdad, mientras que todos los demás llegan a callejones sin salida. Todas las creencias pueden tener superficialmente algunas similitudes, pero difieren grandemente en el corazón de sus doctrinas. Como escribe el poeta Steve Turner en una parte de su poema titulado “Credo”:



“Creemos que todas las religiones son básicamente lo mismo,
Todas ellas creen en el amor y la bondad.
Sólo difieren en asuntos de creación, pecado, cielo, infierno, Dios y salvación.”



La conclusión es que tú puedes usar la razón y la lógica en asuntos de religión. Que siendo el caso, el pluralismo (la creencia de que toda verdad declarada, es igualmente verdadera y válida), es descartado, porque es ilógico y contradictorio creer que dos afirmaciones de verdades diametralmente opuestas, puedan ser ambas válidas.



En seguida viene la gran pregunta: ¿Existe Dios o no? Si no, entonces terminas como un ateísta y un naturalista (alguien que no adopta nada sobrenatural o más allá del mundo físico y el universo.) Mientras que han sido escrito volúmenes y se han propagado debates a través de la historia sobre esta pregunta, en realidad no es difícil de responder. Para concederle la atención apropiada, debes primeramente hacer la pregunta: ¿Por qué tenemos algo en vez de nada? En otras palabras, ¿cómo tú y todo lo que te rodea llegaron aquí? Jonathan Edwards, uno de los grandes predicadores del Gran Avivamiento, expone la respuesta de esta manera:



Algo existe.


Tú no tienes algo de la nada.


Por lo tanto, existe un Ser necesario y eterno.



No puedes negar que existes porque tienes que existir para negar tu propia existencia (lo cual es contradictorio), así que la primer premisa anterior es verdad. Nadie cree que tú puedas tener algo de la nada (por ej. que ‘nada’ produjo el universo), así que la segunda premisa es verdad. Por lo tanto, la tercera premisa debe ser verdad – debe existir un Ser eterno responsable de todo.



Esta es una posición que ningún ateísta racional niega; ellos sólo aseguran que el universo es ese ser eterno. Sin embargo, el problema con esta declaración es que toda la evidencia científica señala a la conclusión de que el universo tuvo un principio (el ‘big bang’). Y que todo lo que tiene un principio, debe tener una causa; por lo tanto el universo tuvo una causa y no es eterno. Ahora, siendo que las únicas dos fuentes de la eternidad son: un universo eterno (lo cual ha sido probado que no es verdad) y un Creador eterno; la única conclusión lógica a la que se llega es que Dios existe. Y nótese que el responder afirmativamente a la pregunta sobre la existencia de Dios, descarta el ateísmo como un sistema de creencia válido.



Ahora, esta conclusión no dice nada acerca de qué clase de Dios existe, pero es lo suficientemente asombrosa, porque sí hace algo dramático – descarta todas las religiones panteístas. Todas las posturas panteístas mundiales dicen que el universo es Dios y es eterno. Y esta aseveración es falsa. Así que aunque suene despectivo, realmente es verdad, que las creencias tales como el Hinduismo, el Budismo, el Jainismo son todas descartadas como sistemas de creencia válidos.



Más aún, aprendemos algunas cosas interesantes acerca de este Dios quien creó el universo. Aprendemos que Él es:


• Sobrenatural en naturaleza (porque Él existe aparte de Su creación)


• Increíblemente poderoso (habiendo creado todo lo que se conoce)


• Eterno (auto-existente puesto que Él existe aparte del tiempo y el espacio)


• Omnipresente (Él creó el espacio y no está limitado por él)


• Infinito e inmutable (Él creó el tiempo)


• Inmaterial (porque Él trasciende el espacio y lo físico)


• Personal (lo impersonal no puede crear una personalidad)


• Necesario (porque todas las cosas dependen de Él)


• Infinito y único (porque no puedes tener dos infinitos)


• Diverso y sin embargo tiene unidad (como naturaleza demuestra diversidad)


• Omnisciente (sumamente, para haber creado todas las cosas)


• Determinante (porque deliberadamente creó todas las cosas)


• Moral (ninguna ley moral como la que tiene el mundo, puede obtenerse sin un dador)


• Cuidadoso (o no hubiera dado ninguna ley moral)

Este Ser exhibe características muy similares al Dios del Judaísmo, Islamismo, y Cristianismo, las cuales curiosamente, son las únicas creencias centrales que permanecen en pie, una vez que el ateísmo y el panteísmo han sido eliminadas. Nótese también que una de las grandes preguntas de la vida (los orígenes) ha sido respondida: ya sabemos de dónde vinimos.



Esto entonces, nos lleva a la siguiente pregunta: ¿podemos conocer a Dios? En este punto, necesitamos que la religión sea reemplazada por algo más importante – la necesidad de revelación. Si la humanidad debe conocer bien a este Dios, depende de Dios revelarse a Sí Mismo a Su creación. El Judaísmo, Islamismo, y el Cristianismo todas aseguran tener un libro que es la revelación de Dios al hombre, pero la pregunta es: ¿cuál (si es que alguna) es realmente verdadera?



Poniendo de lado las pequeñas diferencias, las dos áreas centrales en disputa son (1) el Nuevo Testamento de la Biblia (2) la persona de Jesucristo. El Islam y el Judaísmo aseguran ambos que el Nuevo Testamento de la Biblia es falso en lo que asegura, y ambos niegan que Jesús es Dios encarnado, mientras que el Cristianismo afirma que ambas cosas son verdad.



Nuevamente, el espacio nos impide una defensa exhaustiva del Nuevo Testamento y la identidad de Cristo, pero estos son algunos puntos para meditar. No es una vana jactancia el decir que no hay fe en el planeta que pueda igualarse a las montañas de evidencia que existen para el Cristianismo. Desde el voluminoso número de antiguos manuscritos (5,000+), hasta los documentos históricos que datan de fechas tempranas y que fueron escritos durante la época en que vivieron los testigos oculares (algunos de sólo 15 años después de la muerte de Cristo), a la multiplicidad de relatos que fueron registrados (nueve autores en 27 libros del Nuevo Testamento), a la evidencia arqueológica que ha sido encontrada – ninguna de las cuales jamás ha contradicho una sola de las afirmaciones que ha hecho el Nuevo Testamento – hasta el hecho de que los apóstoles llegaron hasta su muerte asegurando haber visto actuar a Jesús, y que Él regresó de la muerte; el Cristianismo expone los hechos en términos de proporcionar la evidencia y la prueba que respaldan sus afirmaciones. La autenticidad histórica del Nuevo Testamento – la afirmación que transmite un relato real de los eventos reales, tal como ocurrieron – es la única conclusión correcta a que se llega una vez que todas las evidencias han sido examinadas.



Tratándose de Jesús, uno encuentra algo muy curioso acerca de Él – Él aseguró ser Dios encarnado. En las propias palabras de Jesús (p.ej. “Antes que Abraham fuese, YO SOY”), Sus hechos ( p. ej. perdonando pecados, aceptando nueve veces la adoración), Su vida milagrosa y sin pecado (la cual el usó para probar que Su verdad se sostenía sobre las afirmaciones contrarias), y Su resurrección. Todo esto respalda su afirmación de ser Dios. Los escritores del Nuevo Testamento también afirman este hecho una y otra vez en sus escritos.



Ahora, aquí hay algo a considerar –si Jesús es Dios, entonces lo que Él dijo debe ser verdad. Y si Jesús dijo que la Biblia es inerrante y verdadera en todo lo que dice (lo cual Él hizo), esta debe ser la razón por la que la Biblia es verdadera en lo que proclama. Y como ya aprendimos, dos verdades que compiten asegurando cada una ser verdadera, no pueden estar ambas en lo correcto. Así que cualquier cosa en el Corán islámico o escritos del Judaísmo que contradicen la Biblia no pueden ser la verdad. De hecho, tanto el Islam como el Judaísmo se derrumban al decir ambas que Jesús no es Dios encarnado, pero la evidencia dice lo contrario. Y porque podemos realmente conocer a Dios (porque Él se ha revelado a Sí Mismo al hombre, tanto en Su Palabra escrita como en Cristo), todas las formas de agnosticismo son refutadas. Por último otra gran pregunta de la vida es respondida – la de la ética – porque la Biblia contiene claras instrucciones sobre cómo debe vivir la humanidad.


Finalmente, esta misma Biblia, proclama que Dios se preocupa profundamente por la humanidad y desea que todos lo conozcan íntimamente. De hecho, le importa tanto, que Él se hizo hombre para mostrarle a Su creación exactamente cómo es Dios. Hay muchos hombres que han anhelado ser Dios, pero solo existe un Dios que anheló ser hombre, para poder salvar a aquellos que Él ama profundamente, de una eterna separación de Él. Noten también que esta conclusión (y el punto en que Dios se hace un hombre en Cristo), refuta el Deísmo, el cual dice que Dios no está interesado en los asuntos de la humanidad.



Al final, vemos que la verdad última acerca de Dios puede ser encontrada y el laberinto de la postura mundial exitosamente navegado, cuando uno se adhiere a un sistema para probar las diferentes afirmaciones de la verdad y sistemáticamente trabajar a través de un método de eliminación de las falsedades, para que solo la verdad permanezca en pie. Usando las pruebas de la consistencia lógica, suficiencia empírica, y relevancia existencial aunados al cuestionamiento de las preguntas correctas, produce verdaderas y razonables conclusiones acerca de la religión y Dios. Al final, todos deben concordar en que la única razón para creer algo, es porque es verdadero – nada más. Pero tristemente, la creencia verdadera es una cuestión de la voluntad y sin importar la cantidad de evidencia lógica que sea presentada, algunos aún elegirán negar al Dios que está ahí.



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