DE menos A MAS… Y DE MAS A menos?

01.09.2013 08:50

DE menos A MAS… Y DE MAS A menos?

Era humilde. Llegó al barrio en una bicicleta antigua. Todos recuerdan que cuando pedaleaba, por la calle polvorienta, chirriaba lastimeramente, y no se podían explicar si era por falta de grasa en los piñones o porque sencillamente el deterioro—producto del paso del tiempo—era inevitable.

Lo único que traía era una caja de cartón y una Biblia cuyo estuche no cerraba y debía asegurarlo con una banda de caucho para que las hojas no salieran volando. Definitivamente era humilde. “Un pastor como eran los primeros cristianos”, se aventuró a decir el tendero a todo aquél que le preguntaba por el hombre que no desaprovechaba oportunidad para hablarle a todos acerca de Jesucristo.

Pero como en la novela “Metamorfosis” de Franz Kafka, el hombre sufrió una transformación. No fue en un abrir y cerrar de ojos, sino poco a poco, conforme la congregación iba creciendo.

De pronto era inaccesible a todos. Se encumbró. Debían pedirle cita. No permitía que nadie compartiera el mensaje dominical. Además, líder que comenzaba a descollar, lo sacaba de escena. Jorge, porque lo consideraba fanático; a Luz Marina, porque desafinaba en el coro; a Mateo, porque no limpiaba bien las sillas y a María Luisa, porque no inspiraba confianza cuando tomaba las ofrendas.

Un atardecer de viernes se fue. La denominación lo trasladó a otra ciudad. Él consideraba que el lugar era muy sencillo para él. “FUI LLAMADO A PREDICAR A LAS NACIONES”, solía repetir.

El mayor mal de la humanidad no son las enfermedades sino la ingratitud y la altivez. Y el mayor daño lo provocaban no las agresiones sino la decisión de pasar por encima de los demás para llegar a la cumbre.

En el Evangelio leemos un relato que le invito a considerar: “Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Él les dijo: A la verdad de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que soy bautizado seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos” (Mateo 20: 20-24).

La madre y sus hijos querían la mejor posición sin importar que los demás tuvieran iguales oportunidades. sólo querían ser ellos y nada más. Eran ingratos. Olvidaron a sus compañeros de ministerio, quienes muchas veces les brindaron su ayuda desinteresada.

¿Le suena familiar la situación? Sin duda que sí. Es probable que usted mismo haya actuado tomando ventaja hacia alguien. Pero llegó la hora de cambiar. Con ayuda del Señor Jesucristo es posible. Este puede ser el momento oportuno para emprender el cambio. Ánimo. Usted no está solo. El amado Hijo de Dios lo acompañará en cada nuevo paso.

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