DIOS CUIDARÁ DE TI Y DE TU FAMILIA

11.09.2013 02:44

 

Desde lo alto de la montaña, en el occidente de la ciudad, se apreciaba el anochecer de una manera diferente. Las luces de los edificios y de las casas, pasadas las seis de la tarde, comenzaban a encenderse y pronto --conforme las sombras se apoderaban de la urbe--, semejaban una gigantesca alfombra de luciérnagas que danzaban inquietas, mientras que los autos pasaban raudos por las avenidas. 

Acostumbraba asomarse por la ventana de su humilde vivienda, y mientras su esposa se deleitaba escuchando las radionovelas y haciendo señales para que guardaran silencio y así no perder la trama del relato, él se deleitaba viendo crecer la noche.

El invierno empañaba la alegría de la oscuridad a la que encontraba particular encanto. Gruesos goterones caían sobre el techo de aluminio hasta convertirse en un sonido seco y permanente que obligaba a recogerse en casa temprano. Esas ocasiones también las disfrutaba, aunque lamentaba no poder ir al templo. Desde su conversión a Cristo, cuatro años atrás, no perdía reunión los miércoles y domingos.

Y fue su fe en Dios la que impidió que la tragedia fuera mayor. Un amanecer dominical, cuando se aprestaban a salir hacia el templo, escucharon el estruendo en el patio trasero y, como en una montaña rusa, se vieron lanzados hacia delante para, en cuestión de segundos, descubrir que había sido una avalancha de piedra y lodo.

Cuando los noticiarios fueron al lugar de los hechos, lo encontraron sereno. Él se limitaba a explicar: “Dios me guardó junto con mi familia”.

La protección divina

Si bien es cierto en muchas ocasiones las tragedias también tocan a las puertas de fieles creyentes en Jesucristo, no podemos desconocer que en el mayor número de los incidentes, la mano de Dios nos protege a nosotros y a la familia.

Es una característica amorosa de nuestro amado Padre que ha estado presente en toda la historia. ¿Recuerda a Noé? Dios lo salvó del diluvio, en medio de una generación perversa. Y no solo a él sino también a su esposa y sus hijos.

En la Biblia leemos que: “Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mi en esta generación” (Génesis 7:1).

Cuando eleve sus oraciones, pida asimismo por su familia. Y tenga presente que la fidelidad de muestro amado Señor se manifiesta igualmente con aquellos que están a nuestro lado. Es como una gallina que cubre con sus alas a los polluelos. Por algo somos su más preciado tesoro…

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